Hace algunos años, sin siquiera saberlo, me aficioné a un deporte. Fue por culpa de mi hermano en realidad. Y desde entonces he sabido lo que es vivir un deporte de verdad. El fútbol te lo pone muy fácil, pero a algunos nos gusta el sufrimiento o algo y nos aficionamos al basket.

Pero en nuestra querida ACB no falta el sufrimiento. Empezando porque un partido es a las doce de la mañana del domingo casi siempre. La gente no sabe el regalo de santidad que se nos hace a los que vemos el basket. Os explico, cuando esperas poner Telemadrid (nadie más quiere retransmitir el basket) hay una bendita misa que en cantos gregorianos y demás se pule el primer cuarto. Pero aún así el basket, amigos, suele valer la pena, y os animo a probarlo, pues dormir es de cobardes.
Pd.: Hala madrid y, go Thunders, go!
Diego R.
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