La juventud, y en general todos los hombres, somos anti-sistema. La única ley que cumplimos es que "las normas están para incumplirlas".
Nos encanta: si hay una ley de no ir más rápido de 120 kilómetros por hora, tenemos que ir a 130; si hay una ley que nos dice que debemos cruzar por el paso de cebra, nosotros cruzamos por donde nos convenga; si nos prohíben hablar por el móvil conduciendo, "no pasa nada si no hay poli"; si nos prohíben fumar en sitios públicos y escolares, nada, ni caso.
Esta es la sociedad en la que nos movemos todos, y no estaría mal que cumpliéramos las normas, se reducirían los accidentes de tráfico, viviríamos en un mundo sin casi contaminación, y nos sería más fácil ser felices.
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