Martes a última hora, clase de deporte, me toca partido de balonmano.
Estábamos jugando (más bien perdiendo de forma penosa 12-2), cuando de repente, contra a favor, cojo la pelota y empiezo a correr, pero hay un jugador del equipo contrario, (no voy a mencionar que era Álvaro S.), confío en mi velocidad y sigo corriendo, fue en ese momento cuando ocurrió, ¡accidente!, me llevé un manotazo en toda la cara, (muy parecido al de la derecha). Mi labio partido, todo la boca sangrando, y en ese instante de estar escupiendo sangre oigo: "¡Me has mordido, qué pasa, tenías hambre!", y en efecto, me había dado tan fuerte que él también tenía un rasguño en la mano provocado por el choque contra mis dientes.
Eso que oí era merecedor de una buena colleja, ¡pero cómo puede partir la boca a alguien y seguir teniendo ganas de soltar una gracia!
Me tuve que contener, los accidentes deportivos ocurren muy a menudo y en esos momentos hay que saber que ha sido "sin querer", y comprender que no hay que vengarse, (a no ser que siga vacilándote toda la semana, este a sido mi caso).
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