sábado, 2 de marzo de 2013

Todos los caminos llevan a Roma.

Pero, ¿Es a Roma adonde todos queremos llegar? Yo, por el momento, no, y estoy seguro que la Nacional VI no me va a llevar a Roma, sino más bien a la ciudad de A Coruña. Y la verdad es que hoy en día hay muchos caminos disponibles para todo el mundo, en opinión de algunos demasiados. Ahora bien, me pregunto yo, ¿ Es eso realmente malo?

Obviamente, no se trata de ir por la vida sin un fin o una meta lo suficientemente definida a largo plazo, pero muchas veces nos olvidamos de que tan importante es alcanzar esa meta como prestar atención al camino y vivirlo. Pues, ¿De qué sirve llegar al destino si desde que empezamos nuestra travesía cogemos cualquier camino sin detenernos a pensar en las consecuencias de tomarlo, no solo en nosotros, sino en los que nos rodean? Entonces el ser humano corre el peligro de ir degradándose poco a poco, y cuando por fin alcanza su meta, se siente vacío, pues vive el sueño de otra persona, la cual es la que habitaba en ese mismo cuerpo al principio.

Por lo tanto, de nada sirve recorrer el camino sin fijarse en él, pues nos perderemos lo interesante de la vida, lo cual es toda su variedad, los recodos del camino, las vistas, los paisajes, su gente. Obviamente, hay demasiados caminos para recorrer en una vida, y muchas veces deberemos elegir un camino en detrimento de otros, pero para ayudarnos a elegir está precisamente nuestra meta, y la persona que queramos ser a lo largo del camino nos ayudará a recorrerlos. Así pues, os animo a no quedaros quietos, seguid caminando, y si no os convence un camino, elegid otro, pues al final de los caminos, no podréis elegir otro. Sin embargo, cuidado, pues hay caminos aparentemente en buen estado, pero en realidad están destartalados, y provocarán que andéis en círculos durante mucho tiempo; y aunque parezca que todo está perdido, siempre es posible rectificar el camino.

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