A ti, a mí y a la mayoría nos encanta el ruido. Es común la ducha con música, la metemos en cualquier espacio libre y hasta algunos la consideran imprescindible cuando van en bus. Esto, evidentemente, tiene efectos directos en nosotros, como el aislamiento, la dependencia, y desorden. Pero el peor efecto que puede tener en nuestras vidas es el de limitar o imposibilitar nuestra capacidad de pensar las cosas.
El ruido para mí no solo son los sonidos fuertes o discordantes, es también el conjunto de sonidos que nos dificultan el pensar.
Pero como todo en la vida esto tiene un sentido. El fin del ruido es no dejar que tú y yo pensemos.
Así que tú que te consideras tan libre, va siendo hora de que de verdad lo seas. Jamás permitas que limiten la parte que nunca podrán arrebatarnos: el pensar por libre.
Chema A.
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