viernes, 1 de marzo de 2013

Al mal tiempo, buena cara

Son las cinco de la mañana, todavía quedan siete horas para que salga el avión, pero no puedo dormir. Estoy nervioso con el próximo viaje. Tengo la maleta preparada, pasaporte en regla, billetes en la mano, mapas en la mochila y la cámara colgada del cuello. No hago más que mirar el reloj una y otra vez y sólo han pasado dos minutos.

Ya en el aeropuerto, después de sufrir la cola interminable del control de pasaportes, tener que quitarme casi toda la ropa y que me cachee un policía porque ha pitado la máquina de metales, nos dirigimos por fin a la puerta de embarque.

Me siento, y mientras esperamos a que nos avisen, para matar el tiempo se me ocurre mirar la previsión meteorológica de nuestro destino durante los próximos siete días por décima vez y, para mi sorpresa, ha cambiado. Ahora nos dicen que va a llover y bajan las temperaturas. ¿Qué hacemos ahora?. Hemos metido trajes de baño, polos, bermudas...

Todavía no hemos salido de Madrid y ya sabemos que nos vamos a mojar y congelar. Hay que cambiar de actitud! El tiempo no nos va a fastidiar nuestras vacaciones, como dice mi madre, tenemos que ver la botella medio llena y no medio vacía. Haremos un cambio de planes, en lugar de ir a la primera visita que teníamos planeada tendremos que ir a una tienda a comprar un chubasquero. A lo mejor se han equivocado y cuando lleguemos tenemos el tiempo que esperábamos.

''El buen tiempo y el mal tiempo están dentro de nosotros, no fuera''



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