viernes, 1 de marzo de 2013

"Yo solo quito lo que sobra"

Es un hecho innegable que algunas personas tienen una habilidad extraordinaria para hacer una actividad determinada. Solemos decir que estas personas son habilidosas, genios o que tienen un don.
Sin embargo, cuando vemos que alguien hace algo extraordinario, casi nunca es porque tiene una habilidad innata. Más bien al revés, lo extraordinario suele exigir igual dosis de esfuerzo y sacrificio.
Por poner un ejemplo, Albert Einstein suspendía Matemáticas en primaria. ¿Magia? No. Simplemente le echó muchas horas. Imaginaos que dentro de veinte años sale en las noticias que el Teorema de Mesquida es el mayor avance de la ciencia en décadas. No creo que digáis: "claro, el Mesquida es un genio", sino "lo que se lo habrá currado". Pues igual pasa con la mayoría de las cosas que consideramos difíciles o extraordinarias. El tener un don es muy loable, pero igual o más meritorio es lo conseguido con esfuerzo, sudor y sangre. Por eso debemos valorar lo que se obtiene mediante el sacrificio.

Como decía Miguel Ángel: "La estatua ya está ahí, yo solo quito lo que sobra."
Jaime.M

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