Cada equipo ha ido escalando poco a poco para conseguir estar ahí, y la suerte ha hecho que no se cruzasen antes, estaba predestinado que se cruzasen al final, en el último partido, en los 90 minutos en los que ambos equipos lucharán por sus aficionados. Para unos este partido puede significar lo que tantos años llevan esperando ver, ya que las finales contra el otro equipo (por historia) casi siempre se las ha ganado, pero en cambio en los partidos normales de la jornada liguera o en los cruces de Copa llevan 13 años sin ganarles, pero las finales, las finales son diferentes.
El otro equipo es el Goliat, el grandioso por su superioridad económica y de jugadores, el favorito. Pero nada está escrito, lo importante es que el otro equipo, el “David” es grande de corazón (por su afición) y tiene un arma que el otro no tiene, tiene la ilusión. La ilusión de miles de niños que nunca han ido al colegio contentos después de un derbi, y que quieren ir por primera vez con la cabeza bien alta y orgullosos de su equipo, demostrando a la mayoría de sus amigos y profesores (aficionados del Goliat) que sí, que su equipo es el mejor.
Enrique P.
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