Cuando hace unos días fui a la convivencia era una persona totalmente distinta a la que ahora soy. Y sin embargo, sigo siendo yo mismo. Esa semana me marcó como un hierro al rojo marca al ganado, pero si hubo algo que dejó una huella indeleble en mí, ese algo fue la visita al IESE. Algunos estaréis pensando algo así como: ya está el pelota este que no se le ocurre otra cosa para subir nota... Nada más lejos de la realidad. Voy a abriros mi pequeño corazoncito. Lo que más temo, por encima de la muerte, de profesores de música locos o de asesinos en serie es equivocarme. Sí, equivocarme. Algunos tienen pesadillas con invasiones zombies, y otros las tenemos con elecciones equivocadas. ( ¿Da que pensar, eh?)
Por eso podéis imaginar mi sorpresa cuando la ponente del IESE me sacó de mi particular pesadilla sobre una elección (no diré cual, sólo que acababa muy mal) gritando: ¡Tenéis que elegir! Tuve que contenerme para no levantarme y gritar ¡NO LO HAGÁIS, ES UNA TRAMPA! Pero el miedo a hacer el ridículo me contuvo, y seguí escuchando. Al final de la mañana ya no me daba miedo elegir, es más, ¡quería elegir! Al fin he comprendido que lo que de verdad merece la pena es por lo que estás dispuesto a arriesgarte y, aunque eres esclavo de las decisiones que tomas, también lo eres de las que no tomas. Cuando sea mayor no querré recordar mi vida por lo que me arrepienta de no haber hecho, sino por lo que esté orgulloso de haber hecho. Os lo aseguro, no querréis vivir toda una vida preguntandoos: ¿Y SI....?
Jaime.M
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