Me acuerdo de una historia que tuve con el principito hace largo tiempo. Estaba con el principito en el desierto.
-¿Tú eres mi amigo, no?-me preguntó el principito, mientras arreglaba la nave.
-Sí, ¿por qué me lo preguntas?-le respondí.
-Te lo pregunto porque tengo la sensación de que tú eres mi único amigo de verdad- me contestó el principito, mientras me puse a darle vueltas a las historias que me había contado.
-Claro que tienes más amigos, por ejemplo: la flor o el zorro. Los amigos de verdad sólo se pueden contar con los dedos de la mano- le contesté para animarle en su interior.
-El zorro ya se ha ido y la flor está en el planeta; por eso pienso que tú eres el único amigo que me queda- me contestó el principito desanimado.
-Por esa cuestión que me planteas, cuando te tengas que volver a tu planeta, yo dejaré de ser tu amigo, por tanto, te digo que los amigos de verdad siempre están allí aunque tú no los veas- estaba intentando animarle.
El principito se empezó a marchar porque se tenía que volver a su planeta y lo último suyo que escuché fue: ``la amistad verdadera se mantiene a pesar de la distancia, gracias por todo, amigo´´.
Hace ya muchos años que ocurrió esto, pero he de deciros que sigo pensando en el principito, al igual que sé que él piensa en mí a diario. No sé que deciros al respecto, pero puedo afirmar que el principito es un amigo de verdad y que siempre está ahí, animándome en mis peores momentos, y se lo tengo que agradecer mucho. Cuando pienso que las cosas van fatal y no pueden mejorar, oigo reír a las estrellas y se que el principito está dándome su apoyo y todo su ánimo.
Javier L.
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