La semana pasada leí un artículo que me llamó la atención sobre como un partido de futbol puede hacer que un alimento que es asequible a todos los bolsillos, se convierta en un artículo de lujo.
A este lado del Atlántico la Super Bowl no tiene especial importancia, aunque seguro que la gran mayoría de nosotros sabemos, gracias al cine y la televisión, que es todo un acontecimiento en Estados Unidos. Se trata del partido final del campeonato de la Liga de Futbol Nacional (NFL), que se celebra el primer domingo de febrero.
Desde hace unos años cuando se acerca esta fecha, por lo visto se disparan las ventas de alitas de pollo por todo el país, provocando una subida de los precios que han convertido este producto en la parte más cara del pollo.
Y es que la Super Bowl se vive como todo un fenómeno, es casi una fiesta nacional que paraliza al país y se celebra como tal. En este tipo de acontecimientos no puede faltar la comida, y de hecho este acontecimiento está marcado como uno de los días del año en que los estadounidenses consumen una mayor cantidad de alimentos, después de Acción de Gracias.
Los platos más típicos que se consumen mientras se ve la Super Bowl son aquellos que permiten celebrar una reunión informal entre amigos y familiares alrededor del televisor, la típica comida de fiesta. Mucho picoteo de todo tipo, snaks, salsas para mojar y la llamada finger food , comida para tomar con las manos, de las que las alitas de pollo se han convertido en la estrella.
Tradicionalmente, las alitas eran una de las partes peor valoradas del pollo, pero desde la década de los 70 se fueron popularizando entre la población americana, sobre todo a raíz del éxito de las llamada buffalo, una de las salsas preferidas (buenísima, recomiendo probarla).
Viendo el éxito de las alitas durante este domingo deportivo, el National Chicken Council (Consejo Nacional de la carne de pollo) apostó por potenciar y explotar la venta de alitas en estas fechas, de tal modo que la demanda de este producto se multiplica cuando se acerca el mes de febrero, lo que ha convertido las alitas en la parte más cara del pollo.
Álvaro D.
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