lunes, 18 de febrero de 2013

Dinero.

El otro día cogí la cartera para comprobar si aún había algún billete superviviente a esta crisis y que sería mi flotador para este fin de semana. Para mi sorpresa, y mi agrado, me encontré con un maravilloso billete de 10€. Seguramente nadie, ni siquiera yo mismo, podría haberlo reconocido de cualquier otro billete del mismo valor. Pero al verlo se me empezó a encender una luz más bien negra. Al verlo, me pregunté si acaso era (y es) esto el causante de fluctuaciones completamente drásticas de ánimo, no sólo en mi en ese momento, sino en toda la población de nuestro planeta. Al verlo, me pregunté si este es el causante de guerras, asesinatos, crímenes y de un derramamiento continuo de sangre inocente. Al verlo, me pregunté si de verdad lo máximo a lo que aspiran tanta frialdad y tantas mentes despiadadas, si el objetivo de tanta bala arrojada al hombre por el hombre, si el motivo de tanta hambre, llanto, furiosa codicia enmascarada de revolución y liberación e infidelidad, es un papel ( un tipo concreto de papel, cierto, pero no deja de ser papel) con un simple número escrito en él y estampado con un bonito sello (irisado, pero no más sello por ello).


Para mi desgracia, ya conocía la respuesta a esa pregunta. Pero ¿verdaderamente necesitábamos el dinero para destruirnos poco a poco, o es éste una excusa para intentar justificar nuestras acciones? En mi opinión, el hombre buscaba un motivo, y encontró uno insuperable.


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