- ¿Por qué no estás labrando tu campo?, le preguntó el principito.
- Porque ya he labrado bastante por hoy, respondió el labrador.
- ¿Y por qué no labras más de lo que necesitas? insistió el principito
- ¿Y qué iba a hacer con el trigo? preguntó a su vez el labrador.
- Ganarías más dinero y así podrías comprar un tractor, con el que ararías más tierras en menos tiempo. Pronto ganarías para tener una sembradora y hasta una cosechadora, entonces serías más rico.
- ¿Y qué haría entonces? preguntó de nuevo el labrador.
- Podrías sentarte y disfrutar de la vida, respondió el principito.
- ¿ Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?, respondió el labrador.
El principito se dio la vuelta y continuó su camino, satisfecho por lo que había oído del labrador.
Alvaro D.
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