Remontémonos el fin de semana anterior a los exámenes: Las calles, por la noche, casi vacías; como si hubieran diezmado la ciudad; Los grupos de Whatsapp de la clase se llenan de comentarios como: ``Que Dios reparta suerte y no justicia´´ o ``Os veo en Septiembre chavales...´´. Frustración, agobio, mal humor, desesperación, fatiga, nervios, cansancio; son algunos de los muchos síntomas que nos produce esta época que, a simple vista, se las da de lúgubre y perversa.
En el fondo estáis de acuerdo con lo dicho ¿verdad?, pues yo no lo estoy del todo. Anda que no se agradece esa sensación de ver que todo el mundo te desea suerte antes de los exámenes (hace más ilusión cuando es por Twitter, que lo sepáis). Los rituales con tus amigos segundos antes de empezar el examen, tus amuletos, tus manías, tus rezos... todo lo que sea necesario para poder aprobar. Es la frase ``Oh sí, me lo se´´ la que te ayuda a superar esa crisis momentánea. La sensación de saber que has aprendido algo, sirva o no, te alegra lo que te queda de día. El poder explicarles a tus compañeros las dudas que tengan te hace sentirte superior. Pero sobre todo, es el terminar esa trágica semana; cuando desatas la euforia contenida, cuando por fin respiras a gusto, cuando te aparece esa cara de felicidad que nadie, te lo aseguro, nadie, te la va a quitar.
``Los malos momentos se miran boca abajo´´ Papá
Santi L.
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