Hay momentos de calma, y momentos más agitados y decisivos, en los que las buenas intenciones no bastan. Y cuando la vida nos pide coraje, desparpajo y creatividad, y un inquebrantable espíritu de lucha, la verdad es que los problemas ocurren con mayor frecuencia de lo que nos gustaría.
Los tiempos cambian, surgen nuevos desafíos y retos. Los guerreros miran a los ojos del futuro, sin miedo y sin arrogancia, pero con confianza de que están preparados para el combate. El modo en que afrontamos las dificultades es lo que marca la diferencia. La combinación de energía e inteligencia, así como el equilibrio entre la razón y la emoción, son fundamentales para el éxito. Es una sensación extremadamente agradable llegar al final de una etapa con la conciencia del deber cumplido. Oír nuestro nombre con orgullo. El orgullo de los que vieron los obstáculos como una oportunidad de crecer. El orgullo del que supo enfrentarse a las turbulencias de la vida y vencer. El orgullo de ser un vencedor que no olvidó sus valores fundamentales.
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