Bolígrafo: Dícese del instrumento para escribir que contiene en su interior un tubo de tinta especial y, en la punta, una bolita metálica que gira libremente y que permite la impresión de caracteres, signos y dibujos sobre una superficie concreta.
Boli BIC: Rara especie de bolígrafo. Tan rara que se merece su propia historia:
Comienza siendo un boli más (véase la definición en el primer párrafo), con una elegante apariencia y bastante asequible. El chollo termina cuando a las dos o tres semanas lo empiezas a morder, ya sea por alante o por atrás, eso ya depende de cada uno. Una semana más tarde te empiezas a fijar en esa culata, la culata por la que no volverás a atender en clase hasta que consigas sacarla de ahí; la culata que te pondrás en la lengua para darte cuenta, como un niño de seis años, cómo se te queda pegada; finalmente se te acabará perdiendo, no hay duda.
A pesar de todo seguirás utilizando el boli, con el que mantendrás una efímera relación, no por el hecho de que se te acabe la tinta, puesto que nunca, nunca, nunca, nunca, nunca he conocido a alguien que logre vaciar el cartucho; sino porque debe ser que está escrito en algún tipo de ley natural que el Bic es un bolígrafo pasajero, de corta vida. La vida del cartucho no llegará ni al mes seguramente; será, o bien estallado o bien retirado de su puesto para ser sustituido por una bolita burda y simplona de papel. ¿Una carcasa Bic y una bolita de papel bien rechupeteada? El sueño de todo niño.
Lo pisotearás, lo querrás diseccionar, te lo frotarás con el jersey para ver cómo un papelito se ``pega´´ a él. El fin del boli Bic es acabar destrozado, pero en todo ese proceso se ha ganado tu cariño, tu tiempo y tu ambición por volver a la tienda y comprarte exactamente el mismo, pero sin gracia, bolígrafro Bic.
Santi L.
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