Escuché una vez a un viejo decir en un bar, que el hombre con el tiempo se acostumbra a todo. Se acostumbra a vivir en Laponia a menos cuarenta grados, o en Barbate a más de cuarenta. Se acostumbra a estar en una silla de ruedas, a perder un brazo, a no tener padres, incluso a vivir en un barco en el fin del mundo. Decía ese viejo que era la única manera que tenemos de seguir siendo felices.
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