lunes, 28 de enero de 2013

La página arrancada del Principito

Cuando terminó de contarme el hombrecito la historia del sexto planeta al que viajó, comenzó a sollozar. En ese instante vi toda la inocencia del mundo concentrada en esa pequeña carita. Noté cómo se formaba un nudo en mi garganta.

-¿Qué te ocurre, principito?

-Bueno... es que me da mucha vergüenza lo que pasó después de dejar atrás al cartógrafo. Ocurrió que 
llegué a un hermoso planeta, donde encontré un poblado de gente que me acogió con cariño. Al 
principio me pareció un lugar estupendo. Podrían ser mis amigos, pensé, pero enseguida vi algo horrible. La gente estaba destruyendo el planeta poco a poco. Vi cómo cortaban árboles, plantas y flores y los quemaban para hacerse más casas. También vi cómo tiraban basura al suelo y cómo herían a los animales por diversión. Decidí que esta gente que había sido tan cariñosa conmigo necesitaba mi ayuda. Me dediqué durante meses a plantar nuevos árboles, plantas y flores. También recogí la basura que tiraron por el suelo, y traté de curar a los animales heridos y de espantar a los que acabarían igual que los anteriores.

-¿Qué hay de malo en todo esto, hombrecito? Lo que hiciste sólo lo hacen personas con gran corazón.

-Lo que me avergüenza es lo que ocurrió después. Tras varios meses ayudando a estas personas, me di cuenta de que no querían ser ayudados, porque creían que a su planeta le quedaba mucho tiempo y no era su problema lo que le ocurriese cuando sus nietos hiciesen su vida en él. En definitiva, no querían cambiar. Traté de seguir ayudándoles un tiempo más, pero fue inútil. Sin nadie que me ayudase con las tareas del planeta, acabé agotado. Por este motivo, dejé atrás a esa gente, y por eso me siento avergonzado...

En ese momento me di cuenta de algo. A veces los mayores dejamos que los niños carguen con el peso de nuestros actos, y eso es algo que ninguno, ni siquiera el principito, puede sostener. Traté de explicarle que a veces los mayores no quieren cambiar. Es algo que no entienden. Quizás algún día haya una manera de explicárselo con números... Luego, abracé al principito hasta que se quedó dormido.


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