¿Por qué escribir a ordenador pudiendo escribir a mano?
¿Por qué ir en coche pudiendo ir a caballo?
¿Por qué comprar fruta y verdura pudiendo plantarla?
¿Por qué comprar leche pudiendo ordeñar vacas?
¿Por qué llamar por teléfono pudiendo dar un grito?
¿Por qué usar la calefacción pudiendo encender la chimenea?
¿Por qué ver películas pudiendo leer libros?
¿Por qué encender la luz pudiendo encender una vela?
¿Por qué jugar a videojuegos pudiendo jugar a un pilla-pilla?
En el mundo actual "lo simple" ya no se usa, pero a veces es el mejor camino.
El Principito llegó a un planeta que nunca antes había visto. Pronto llegó el único habitante del planeta a recibirle. El habitante poseía artículos de gran valor, pero el Principito detectó pobreza en su rostro. El habitante, al ver el lujoso atuendo del Principito, supuso que poseería grandes riquezas. Acto seguido, planeó ganarse la amistad del Principito para que así le hiciese grandes regalos, como ya había hecho en otras ocasiones. Pasadas unas horas, el Principito se dio cuenta de lo que planeaba su supuesto amigo y rápidamente se marchó de aquel planeta.
En el transcurso de su viaje, el Principito comenzó a preguntarse cuál sería la causa de la expresión triste y pobre del habitante. Tras varios minutos de reflexión, el Principito comprendió que el querer enriquecerse a costa de la amistad por parte del habitante, sólo le empobrecía aún más por dentro, ya que reducía un valor tan importante y bonito como la amistad a un simple negocio.
Cuando terminó de contarme el hombrecito la historia del sexto planeta al que viajó, comenzó a sollozar. En ese instante vi toda la inocencia del mundo concentrada en esa pequeña carita. Noté cómo se formaba un nudo en mi garganta.
-¿Qué te ocurre, principito?
-Bueno... es que me da mucha vergüenza lo que pasó después de dejar atrás al cartógrafo. Ocurrió que
llegué a un hermoso planeta, donde encontré un poblado de gente que me acogió con cariño. Al
principio me pareció un lugar estupendo. Podrían ser mis amigos, pensé, pero enseguida vi algo horrible. La gente estaba destruyendo el planeta poco a poco. Vi cómo cortaban árboles, plantas y flores y los quemaban para hacerse más casas. También vi cómo tiraban basura al suelo y cómo herían a los animales por diversión. Decidí que esta gente que había sido tan cariñosa conmigo necesitaba mi ayuda. Me dediqué durante meses a plantar nuevos árboles, plantas y flores. También recogí la basura que tiraron por el suelo, y traté de curar a los animales heridos y de espantar a los que acabarían igual que los anteriores.
-¿Qué hay de malo en todo esto, hombrecito? Lo que hiciste sólo lo hacen personas con gran corazón.
-Lo que me avergüenza es lo que ocurrió después. Tras varios meses ayudando a estas personas, me di cuenta de que no querían ser ayudados, porque creían que a su planeta le quedaba mucho tiempo y no era su problema lo que le ocurriese cuando sus nietos hiciesen su vida en él. En definitiva, no querían cambiar. Traté de seguir ayudándoles un tiempo más, pero fue inútil. Sin nadie que me ayudase con las tareas del planeta, acabé agotado. Por este motivo, dejé atrás a esa gente, y por eso me siento avergonzado...
En ese momento me di cuenta de algo. A veces los mayores dejamos que los niños carguen con el peso de nuestros actos, y eso es algo que ninguno, ni siquiera el principito, puede sostener. Traté de explicarle que a veces los mayores no quieren cambiar. Es algo que no entienden. Quizás algún día haya una manera de explicárselo con números... Luego, abracé al principito hasta que se quedó dormido.
¿Por qué este título?¿Se me fue la pinza, o simplemente me aburría? Yo diría que al contrario. Empecemos por el final. Los sueños. Pocas cosas hay que nos gusten más y que nos cuesten tan poco. Pero hay más que eso, es nuestra vía de escape de este mundo agobiante y muchas veces opresivo. En mi opinión, los sueños son el motor de este mundo. Por supuesto que estos sueños vienen motivados por necesidades, pero, sinceramente, yo no sueño con conseguir dos o veinte euros, sueño con conseguir millones de euros. El hombre está hecho para ser grande, y de esa predisposición y de nuestras necesidades, surgen los sueños.
Pasemos ahora a la primera parte, el réquiem. En primer lugar, me gustaría afirmar que la sociedad se basa en el consumo masivo de bienes que muchas veces no necesitamos, o de bienes que sí necesitamos pero que están diseñados para que se inutilicen demasiado pronto (obsolescencia programada). Bien, es esta misma sociedad la que, en mi opinión, sustituye, o tapa, nuestros sueños, nuestras aspiraciones, por otras que no son las nuestras, que no necesitamos ni queremos, pero creemos que sí. De esta manera, la sociedad se asegura un consumo constante, y unos consumidores que aspiran a los nuevos productos. Debido a eso, la gente obtiene trabajos que muchas veces no les gustan, pero que necesitan para obtener dinero y poder seguir consumiendo.
Por esto elegí este título, porque los sueños de muchas personas mueren o se hunden, y se llevan la vida de esas personas con ellos, dejando individuos cuyo fin es consumir para provecho de una sociedad que se sostiene en la perdida de esos sueños. Por ellos y por esas personas entono un réquiem.
Pero llegará el momento en el cual los sueños serán tantos y tan intensos que la sociedad no podrá taparlos. Y la verdad es que siempre estuvieron ahí. Así pues, yo te animo a seguir soñando. Que nadie te quite tus sueños, y una vez los tengas, no los abandones, lucha por ellos.
Al ser mi primera entrada del blog, vamos a empezar con algo serio. Es probable que os estéis preguntando qué habré hecho que es tan importante; pues bien, no es algo que haya hecho, es lo que llevo haciendo cada sábado desde que tenía seis años: EL RUGBY
Como afirma el dicho inglés``El fútbol es un deporte de caballeros jugado por bestias, el rugby es un deporte de bestias jugado por caballeros´´. ¿Tenéis dudas? Pues bien, aquí van una serie de razones para que entreis en razón:
1. Al árbitro no le puede hablar ningún jugador durante el partido, únicamente el capitán y siempre tratándolo de usted. Sus decisiones van a misa, no cabe protesta alguna.
2. En el terreno de juego los componentes del equipo somos ``hermanos´´, nos apoyamos unos a los otros, en los buenos y sobre todo en los malos momentos. El equipo es mi segunda familia, mis hermanos, mis amigos de verdad...
3. NUNCA se falta al respeto a los rivales; uno les respeta hasta el punto de ayudarles cuando tienen problemas.
4. No es jugar a un deporte más, es dejarse la piel en cada partido, en cada jugada, en cada zancada, en cada placaje. Das todo lo que tienes; lo haces por tu equipo, esos que nunca te dejan atrás.
5. ``La mejor manera de respetar a un rival es esforzándote TODO el partido al máximo´´ esta frase me la enseñó mi padre de pequeño, ahora veo que tenía razón. Si puedes meter 90 puntos, los metes, no te conformas con 89.
6. Tercer tiempo: Único en este deporte. Se trata de una reunión de los dos equipos al terminar el partido donde comemos juntos comentándolo, dejando atrás lo sucedido en el campo. ¿Tiene algún otro deporte esta muestra de respeto y compañerismo? No intentéis buscarlos, no hay ningún otro.
Podría seguir así durante mucho más tiempo, pero se hace tarde y en una hora tengo un compromiso con mi ``familia´´, con los que no cambiaría por nada del mundo, con aquél al que trataré de usted, con aquellos a los que respetaré por encima de todo, pero, sobretodo, un compromiso con el rugby.
``No es un deporte más, es ya una parte de mi vida´´ Santiago Lobejón
JURO por Apolo, médico, por Asclepio, y por Higía y Panacea, y por todos los dioses y diosas del Olimpo, tomándolos por testigos, cumplir este juramento según mi capacidad y mi conciencia:
TENDRÉ al que me enseñó este arte en la misma estimación que a mis padres, compartiré mis bienes con él y, si lo necesitara, le ayudaré con mis bienes. Consideraré a sus hijos como si fueran mis hermanos y, si desean aprender el arte médico, se lo enseñaré sin exigirles nada en pago. A mis hijos, a los hijos de mi maestro y a los que se obligaran con el juramento que manda la ley de la Medicina, y a nadie más, les enseñaré los preceptos, las lecciones y la práctica.
APLICARÉ mis tratamientos para beneficio de los enfermos, según mi capacidad y buen juicio, y me abstendré de hacerles daño o injusticia. A nadie, aunque me lo pidiera, daré un veneno ni a nadie le sugeriré que lo tome. Del mismo modo, nunca proporcionaré a mujer alguna un pesario abortivo.
VIVIRÉ y ejerceré siempre mi arte en pureza y santidad. No practicaré la cirugía en los que sufren de cálculos, antes bien dejaré esa operación a los que se dedican a ella. Siempre que entraré en una casa, lo haré para bien del enfermo. Me abstendré de toda mala acción o injusticia y, en particular, tener relaciones eróticas con mujeres o con hombres, ya sean libres o esclavos.
GUARDARÉ silencio sobre lo que, en mi consulta o fuera de ella, vea u oiga, que se refiera a la vida de los hombres y que no deba ser divulgado. Mantendré en secreto todo lo que pudiera ser vergonzoso si lo supiera la gente.
SI FUERA FIEL a este juramento y no lo violara, que se me conceda gozar de mi vida y de mi arte, y ser honrado para siempre entre los hombres. Si lo quebrantara y jurara en falso, que me suceda lo contrario.
Esto es lo que a mucha gente le ha llevado a donde ha querido. Para poder llegar a algún sitio hay que quererlo, es decir, tienes que luchar por ello. La clave del éxito es el esfuerzo, sin esforzarte nunca llegarás lo más lejos que puedas, si no que te quedarás siempre a medio camino.
El lugar a donde quieres llegar es la meta de una carrera. La vida es una carrera de fondo, esto significa que puedes empezar mal y remontar al final o al revés, empezar bien y acabar mal. Son muchos los que empiezan la carrera, pero muy pocos los que logran terminarla. En una carrera de fondo si no te esfuerzas, nunca llegarás al final y mucho menos, quedarás en un buen puesto.
Para llegar lejos hay que esforzarse, pasarlo mal, sufrir, sudar, caerse y saber levantarse... Si consigues pasar todos estos obstáculos, llegarás a tu meta. Nadie nos dijo que esto iba a ser fácil.
La mayoría de las personas ven a los profesores como a un adulto normal y corriente que va todos los días a trabajar al igual que los demás adultos. No obstante, este no es el caso.
Los profesores son personas que se dedican a la enseñanza porque es lo que realmente les gusta, es decir, por vocación. No todo el mundo puede decir lo mismo. Realizan su trabajo con la esperanza de poder alcanzar un fin: poder cambiar el mundo o al menos hacerlo mejor.
Quizás, muchos de los que estáis leyendo esto nunca os habréis parado a pensar que los profesores, y no sólo los empresarios y presidentes del gobierno, tienen los instrumentos necesarios para cambiar la sociedad. Pero sí, los profesores tienen la capacidad de enseñarnos a razonar, realizar operaciones, y otras muchas actividades necesarias en el ámbito profesional.
No penséis que la enseñanza está eximida de responsabilidad. Al contrario, carga sobre sus hombros una gran responsabilidad, ya que si los alumnos no aprenden lo que los profesores les han querido transmitir, nos encontraremos con un problema bastante grande. Esto se debe a que si los alumnos no adquieren las capacidades que debieran, no podrán desempeñar en un futuro próximo una actividad profesional con la que contribuir al desarrollo de su sociedad. Por el otro lado, si éstos aprenden las lecciones necesarias es muy probable que nos encontremos con grandes empresarios, grandes políticos, grandes médicos etc.
Haciendo uso del refrán "detrás de todo gran hombre hay una gran mujer" diré que " detrás de todo gran profesional hay un gran profesor".